Poco se ha escrito acerca del llamado «Convento de Santa Lucía de las Convertidas» que supuestamente dio origen al Monasterio de Regina Coelli, ubicado en medio de ciénegas y canales, en el entonces sur de la Ciudad de México. Las religiosas de la Concepción fundaron en 1753 el Convento de Regina adyacente a la Iglesia Regina Coelli.

Al inicio del andador de Regina se levanta el templo que, además de dar nombre a la calle, evoca la oración «Regina Coelli», que refiere a María con su hijo, Jesús resucitado. Sus dimensiones actuales, aún recortadas, esbozan la presencia que tuvieron los conventos virreinales en la Ciudad de México.

El edificio adjunto, el Hospital Concepción Béistegui, también fue parte del convento fundado en el último tercio del siglo XVI con apoyo de Don Melchor de Terreros (ancestro del conocido Don Manuel Romero de Terreros); a este periodo pertenece una de sus dos portadas.

Regina Coelli llegó a poseer y rentar sesenta y dos casas, aunque su sustento provenía también de caridades y obras pías. La segunda fachada, la que conduce al claustro hoy ocupado por el hospital, da cuenta de la remodelación de finales del siglo XVIII. Su arquitectura barroca alude a la sobriedad monacal de las internas, aun cuando los retablos y lienzos de su capilla llegaron a ser de los más elogiados en su época. En 1863, a causa de las Leyes de Reforma, las monjas fueron exclaustradas y sus bienes expropiados, pero se reinstalaron durante el imperio de Maximiliano.

En noviembre de 1867, el presidente Juárez las volvió a desalojar y entregó el convento al ejército. Sin que los datos sean del todo claros, se sabe que cuatro años después el inmueble sirvió como pago a Ramón Obregón (quien en 1887, fuera alcalde del Valle de Santiago, Guanajuato), por lo que al circular entre particulares, sus instalaciones, o parte de ellas, exentaron la demolición Juarista. Concepción Béistegui, la filántropa y última propietaria del inmueble, cedió el convento para las instalaciones del hospital, inaugurado en 1886, tal como se revela en su arquitectura ecléctica. En el templo, por su parte, se siguieron oficiando misas, aunque sus retablos, pinturas originales y objetos de plata fueron continuamente saqueados.

En este mismo año, la Fundación para Ancianos Concepción Béistegui cambia de hospital para iniciar un asilo para el cuidado de personas adultas mayores que no pueden valerse por sí mismas. Esta Institución de Asistencia Privada es hasta nuestros días reconocida por su labor de compromiso y calidad humana.

Las obras de restauración que, junto con el Instituto Nacional d eAntropología e Historia se llevaron a cabo en el Ex Convento, permitieron redescubrir el Patio de los Confesionarios, el Coro bajo de la Capilla Medina Picazo, inigualable por sus dorados retablos de estilo barroco y el Jardín de la Estampa.

Dentro del Corredor Cultural del Centro Histórico ponemos a su disposición un escenario de incomparable grandeza para la realización de eventos rodeados de historia y magnificencia, en donde se conjuntan la belleza colonial con los servicios más funcionales y modernos.